martes, 12 de octubre de 2010

Rosas y Jazmines.- (parte II)

La pubertad le llegó temprano a Lucha, los temores, la indiferencia y una corta vida plagada de injusticias, terminaron de sepultar su inocencia.- La miseria continuó su curso habitual.- Nada cambió.-
La mamá se hizo cargo del almacén y los hermanos siguieron “cartoneando”, pero el papá se guardó en el olvido, inundó su cuerpo con vino tinto barato y ahogó el espíritu que le hacía trotar los empedrados, empujando su ruidoso carrito en busca del sustento, magro pero honorable.-
Lucha comenzó a mirarse al espejo con sus ojitos verdes y mientras peinaba su larga cabellera rubia, le llegaron los cuestionamientos, uno detrás del otro, arremolinándole las ideas hasta hacerle doler su cabecita.-
Recién había cumplido nueve años, pero su cuerpito ya había sufrido la experiencia impiadosa de la promiscuidad.-
Acudía a los reclamos del papá sin decir nada.- Se quedaba quietita y dejaba que él se encargue de todo, mientras su mente viajaba a través de sueños e ilusiones imposibles de concretar.-
Era en su infantil imaginación una princesa rendida en los brazos de un hermoso príncipe azul, de larga cabellera rubia y ojos verdes, y juntos caminaban tomados de la mano sobre un sendero de lajas blancas, prolijamente acomodadas una al lado de la otra.- Jardines llenos de flores les regalaban su acuarela de verdes y en el aire se percibía un intenso perfume de rosas y jazmines.-
Pero solo eran sueños, ella sabía que su pobreza iba más allá de la falta de dinero, su pobreza más profunda era la ausencia de ternura, de cariño, de delicadeza, de amor.-
Los días se fueron resecando en las ramas de la rutina y cayeron uno tras otro, mustios, en el yermo jardín del olvido.-
Y su cuerpo comenzó a notar los cambios.-
El espejo reflejaba una imagen que no lograba entender, había algo distinto, algo que nunca le pareció importante.-
Hasta que por fin se dio cuenta.-
El papá, la mamá, los hermanos, tez oscura, cabellos negros, ojos negros y ella, rubia, ojos verdes, piel muy blanca.-
¡La única de la familia!
Y el cuestionamiento le llegó de la mano de una desagradable noticia que por casualidad, encontró entre sus amiguitas de la escuela.-
¡Los bebés no nacen de un repollo ni los trae la cigüeña!
La idea la desesperó.- Su cuerpo aceptaba sin reclamos los cambios que le exigía la vida y cada vez era más requerida por su papá, pero el tiempo siguió imperturbable y nada pudo hacer para evitarlo, salvo rogar.-


¿Sabés que sos hermosa?
Le dijo la mamá desde la puerta abierta del baño mientras la nena se peinaba suavemente mirándose al espejo.-
Lucha la miró con una sonrisa perfecta, el viejo agujerito había desaparecido y sus labios descubrieron un collar de perlas enhebradas con la perfección de un joyero.-
Ya no la miraba desde abajo, sus ojitos estaban frente a frente a los de su madre, había crecido casi sin darse cuenta.-
Siguió peinándose su larga cabellera rubia y la pregunta se hizo necesaria, levantó el cepillo todavía enredado en él, lo miró y giró la cabeza mostrándoselo a la mamá.-
¿Mamá, por qué ustedes…….y yo…..?
La clásica sonrisa triste de la mamá, dejó ver un pedacito de su corazón y la ternura hecha recuerdo se transformó en lágrima.-
¿Nosotros morochos y vos rubia?
Lucha apenas movió la cabeza confirmando la pregunta.-
Miró al techo, respiró profundo y comprendió que la respuesta tendría el duro impacto de una vida carente de ternura, pero también debía poseer la honesta grandeza de la verdad, la miró a los ojos con el inevitable placer de ser mamá y le explicó.-
¡Porque hace poco más de once años, mi cuerpo era joven, lindo y mi mente ansiosa.- En la casa adonde hacía la limpieza, un muchacho rubio, de ojos muy verdes, me dijo cosas que siempre estuvieron escondidas en mi alma, pero que hasta ese momento, nadie las había encontrado.- Y fue un momento, tal vez el único momento, seguramente el último!
¿Entonces yo….?
Preguntó Lucha mirando a la mamá mientras continuaba cepillándose el cabello.-
¡Sí, sos el hermoso producto de mi única noche de amor!
¿Y mis hermanos?
¡Hijos de tu papá, vos sos únicamente mía!
¿Y sabiendo esto, dejaste que el papá abusara de mí todos estos años y si me hubiera dejado embarazada? Le cuestionó duramente.-
Dio vuelta su cabeza y siguió mirándose al espejo, moviendo bruscamente el cepillo desde arriba hacia abajo con los dientes apretados, casi al borde de la bronca.-
Una lágrima solitaria dibujó un senderito brilloso en la regordeta cara de la mamá y bajó la mirada al piso sin saber que contestar.-
El dulce sabor del recuerdo se mezcló bruscamente con el amargo gusto de la realidad y se conmocionó.-
Caminó unos metros, abrió el cajoncito de la única mesa de madera que servía de comedor y sacó una carpeta chiquita.-
Lucha se le acercó y miró curiosa mientras los gordos dedos de la mamá buscaban ansiosamente entre los papeles.-
Una foto, solo una foto la separaba de la verdad.-
¡Y apareció!
Joven, de cabello muy rubio, profundos ojos verdes y piel muy blanca, de buena posición económica.-
¿Es él? Preguntó la nena tomándola entre sus manos.-
¡Sí! Dijo la mamá inclinando la cabeza hacia un costado, tratando de encontrar en algún lugar de su mente, tan solo una imagen que le devuelva la felicidad de aquella noche.-
¡Es lindo! ¿Adonde vive?
¡En San Isidro, en una casa muy grande!
¿Sabe….?
¡¡¡Noooo....... nunca se lo dije, cuando supe que venías, dejé de trabajar, me dio mucha vergüenza!!!
¿Y el papá….sabe?
¡Sí, pero no le importó, el no entiende de esas cosas del amor y de la pasión! Le dijo casi perdonando la ignorancia de su compañero.-
¡Lucha, perdóname, pero nunca supe como manejar la situación!
Rogó la madre y se abrazaron las dos con la angustia ahogando las palabras.-
Y decidió Lucha poner fin a su calvario.-
Se apropió de los silencios que regala la noche e inventó excusas que se fueron sucediendo una tras otra y con el correr de los días, el papá fue perdiendo interés, hasta que agobiado por el paso del tiempo y la pobreza interminable, decidió el hombre poner límite al sacrificio que le ofrecía su triste rutina.-
Caminó con su soledad a cuestas las tres cuadras que lo separaban del paso ferroviario.- ¡Y esperó!
¡¡Fue el tren!!
Dijeron asombrados los vecinos.-
¡Pobre, era joven, pero se veía que estaba muy mal!
Las lágrimas de la tristeza de Lucha, se confundieron con la alegría por la liberación de sus temores.-
¡¡Se había terminado todo!!
Los días continuaron sumándoles horas a su vida y el tiempo se ocupó de borrar todos los males.-
¡Porque el tiempo siempre cura las heridas! Le habían dicho hace algunos años.-
Hasta que una noche, el hermano más grande se sintió con la autoridad de tomar el lugar del papá.-
Gritos, patadas y hasta un banquito de madera roto en la espalda del muchacho, dio por finalizada la infancia de Lucha.-
Había estrenado adolescencia y nadie más iba a maltratar la gentileza de su alma ni la de su cuerpo.-
Y sucedió una mañana, muy temprano, mientras todos dormían.-
Sacó varias cosas nuevas de los estantes del negocio de su mamá, tomó unos pocos pesos logrados con changas insignificantes, armó un pequeño bolsito y con sus doce años a cuestas, hizo rodar su aliento por esas interminables calles de tierra.-
Y se le volvió a llenar de viento frío la sonrisa.-
Adelante no había nadie esperándola ni tampoco lugar adonde ir, pero no importó, no volvió a mirar para atrás, ni una sola vez.-
¡¡Nunca!!
Sus pequeños piecitos apenas cubiertos por unas zapatillas casi poco limpias, corrieron saltando charcos de aguas nauseabundas y vaciando distancias rumbo a un futuro incierto.-
Y llegó al asfalto.-
Su presencia se hizo misterio, un violento escalofrío le recorrió el cuerpito haciéndola temblar y quiso transformarse en aire y desparramarse con el viento.-
Una carta con pocas palabras daba cuenta de su decisión y los ojos de la mamá, cedieron a un llanto desmedido.- La congoja le oprimió el pecho y miró al cielo.-
Rogó….mil veces rogó para que encuentre su propio camino, para que sea feliz, todo lo feliz que nunca pudo ser ella, salvo por aquella noche, aquella…hace más de doce años.-

Lucha no daba crédito a lo que veía.-
Atrás había dejado un mar de tierra, aguas sucias y miseria infinita, adelante se le abría una experiencia de cemento, casas lindas, autos y colectivos y gente bien vestida.-
Tuvo temor de pensar y arrepentirse, después de todo, todavía era muy chica y podía regresar.-
Pero aspiró profundo buscando en ese aire que le faltaba, la fuerza necesaria y sin mirar nunca más hacia su pasado, se lanzó para adelante, con su larga cabellera rubia, hasta debajo de la cintura, jugando a enredarse con el viento y con sus verdes ojitos entrecerrados por el gélido frío de un invierno que se negaba a morir.-
El borde del pavimento se transformó en una frontera, en un muro, en una puerta que una vez atravesada, se cerraría para siempre.-
Apoyó su pié derecho sobre el duro concreto, cerró los ojos, apretó los puños armándose de valor y apoyó el otro pié.-
Y corrió.-
Corrió hasta que no pudo respirar más y la nariz enrojecida por el frío le dolió mucho.-
Cuando detuvo su marcha y se decidió mirar el camino andado, se dio cuenta que no sabría como volver, se dio cuenta en ese instante, que había perdido todo contacto con su historia y que estaba sola, desorientada y con un solo destino, siempre seguir para adelante.-
El sol asomó sus piadosos rayos de calor.- Se le iluminaron los ojos y le aparecieron chispitas en la sonrisa.-
Caminó muy rápido.-
Se hizo mediodía y fue la tarde.-
Los pasitos de la nena habían disminuido hasta transformarse en un paseo entre cosas desconocidas.-
Todo nuevo, todo asombro.-
Un río de autos a velocidades llegadas del mismo infierno le interrumpió su andar y durante varios minutos estuvo parada, mirando anonadada el incesante paso de vehículos por la enorme avenida.-
¿Cómo llego al centro?
Se animó a preguntar a un desconocido.-
¡Allí mismo, en esa esquina tomás el colectivo! ¿Vas a la capital?
¡Sí! Respondió sin entender a que se refería.-
¿Estás perdida?
¡No, voy a visitar a mi abuelita que está enferma! Le dijo caminando para atrás.- Enseguida se dio vuelta y corrió hasta la parada.-
Una mujer también esperaba y Lucha la miró intentando copiar todos sus movimientos y gestos.-
Levantó su brazo cuando ella lo hizo para detener el micro.-
Subió detrás y miró cuando entregaba el dinero y vio cuando el chofer le daba el papelito.- Preguntó cuanto costaba el viaje y si iba a la capital.- Recibió el papelito y sin saber por qué, lo guardó con cuidado de no perderlo.-
Se sentó al lado de la ventanilla y otra señora, se sentó junto a ella.-
¿Falta mucho para la capital?
¡Uy….si, más de una hora!
Lucha miró a través del vidrio y un mundo hecho fantasía pasaba como un caleidoscopio ante sus ojitos.- Colocó su bolso sobre el costado y recostó su cabecita.-
En sus sueños, era una princesa con un vestido blanco, de largas faldas acampanadas, caminando por un senderito de lajas blancas, prolijamente acomodadas una al lado de la otra; verdes jardines acompañaban su paso y hermosas rosas y floridos jazmines le brindaban su aroma hasta llegar a los bordes mismos de su alma.-
Un joven hermoso, rubio, de profundos ojos verdes se transformaba en el príncipe azul y su cuerpito de bella durmiente, caía rendido en sus brazos mientras escuchaba palabras deliciosas que endulzaban sus sentimientos.-
¡Preciosa….!
¡Mi amor…..!
¡Chiquita…….!
¡Nena…….!
Entonces abrió los ojos sobresaltada cuando la mano apoyada en su hombro la sacudió.-
¡Chiquita….llegamos, acá terminamos el recorrido y te tenés que bajar! Le dijo el chofer con una enorme sonrisa.-
¡Que linda que sos!
¡Gracias! ¿Esta es la capital?
¡Sí, es Plaza Constitución! ¿Estás perdida?
¡No, vengo a visitar a mi abuelita!
Se paró para bajar pero un calor terrible le subió desde debajo de los piés y la paralizó.-
¿Te pasa algo?
¡No nada!
Pero le pasaba.-
Tantas horas caminando sobre el duro asfalto, dejaron sus marcas en forma de dolorosas ampollas.-
Lucha descendió del micro muy despacito.-
Repentinamente, sus ojos se embriagaron de movimiento, coches….ruido….colectivos…gente…más ruido, todos juntos en una horrible sinfonía desafinada que le provocaron un mareo casi instantáneo.-
Se apoyó en un árbol y sintió que su pecho le saltaba fuerte, al ritmo de un corazón descontrolado.-
Lentamente se fue acercando a una pequeña fuente adonde abrevaban varias palomas, se sentó en el borde, descalzó sus pies y sin querer mirarlos, buscó la fría complicidad del agua sanadora.-
Poco a poco, el dolor fue disminuyendo y se atrevió a mirar.-
Varias ampollas le indicaron seriamente que no podría seguir adelante.-
Se preocupó pero no se asustó.-
Secó con suavidad sus fríos piecitos mojados y en su bolso buscó un par de medias nuevas.-
Rompió el plástico que las envolvía y con un gesto de dolor, se las fue colocando.- Luego las zapatillas.-
Un rato se quedó quieta hasta que se atrevió a pararse.-
Un edificio gigante y antiguo, mostraba su cara más ruidosa y decidió entrar.- Como pudo, despacio, esquivando autos, cruzó la calle y ganó el hall principal de la vieja estación ferroviaria.-
Era enorme.-
Cientos de personas corrían desordenadamente para cualquier lado en busca de cualquier cosa.-
¡Preciosa, tengo diez pesos!.......¿Venís? Escuchó que le decía un hombre viejo.-
¿Estás solita?.......¡Tengo veinte pesos! Le insinuó otro.-
Lucha movió la cabeza de un lado para otro y apuró sus doloridos pasos.-
Un largo banco de madera, se transformó en su pequeño refugio mientras su mente de nena asombrada, trataba de asimilar lo que veía.- Apretó el bolso con sus bracitos, sobre el estómago, para darse algo de calor.-
El sol se fue acostando y Lucha también.-
La mañana la sorprendió acostada en el banco de madera, rodeada de un huracán de personas que iban y venían.-
Intentó levantarse pero no pudo y decidió esperar.- Tenía frío, tenía hambre, le dolían los pies y por primera vez......tuvo miedo.-
Otra vez el mediodía y otra vez la tarde.-
Se incorporó como pudo sobre sus dolencias y caminó muy despacio con su bolsito cargado de incertidumbre, sin saber que hacer.-
¡Tengo diez pesos!.........¡Tengo veinte pesos!.........¿Querés fumar?..........¿Estás sola?..........¿Te perdiste?............¡Sos muy linda!..........¿Querés trabajar?..........¿Comprás?
Cientos de palabras invadieron su mente y de pronto se perdieron las imágenes y todo fue borroso.-

Una suave mano acariciaba sus dedos.- Abrió los ojos y se dio cuenta que estaba acostada en un banco, con gente a su alrededor, mirándola y murmurando.-
¿Se habrá perdido?.........¡Es hermosa!..........¡Seguro que se escapó de la casa!..........¡Ha de estar drogada!..........¡Es chiquita, pobre!..........¡Si ya comienzan a drogarse a esta edad……!
Una mujer joven, sentada a su lado acariciaba sus manitos y un hombre le sostenía la cabeza apoyada en una de sus piernas.-
¡Te desmayaste!
Lucha intentó incorporarse, pero el dolor de cabeza se lo impidió, cerró los ojitos y con un gesto de gran molestia se volvió a recostar sobre la pierna del hombre que dulcemente le acarició los cabellos.-
¡Shhhh, quedate tranquila que ya se te va a pasar!
La suave voz de la mujer la serenó.-
¿Sos de acá?
Lucha movió la cabeza para los dos lados sin pronunciar palabra.-
¿Estás perdida?
La nena comenzó a sentarse ayudada por el hombre y quedó en el medio de los dos.- Miró para todos lados y sus ojos se hicieron lágrima inmediata.-
Una manito temblorosa hurgó en el bolsillo de su gastada camperita de jean y sacó la foto de su papá.-
La mujer la miró.-
¡Lindo hombre! Dijo sonriendo mientras miraba con picardía a su esposo.-
¡Es mi papá y lo quiero encontrar!
¿Sabés adonde vive?
Negó con la cabeza, secó con su bracito el agua que le salía de su nariz congelada y agregó.-
¡En San Isidro….creo!
¿Cuándo llegaste?
¡No sé, me parece que ayer!
¡Tenés frío! ¿Comiste?
¡No, pero estoy acostumbrada, en casa siempre pasamos hambre! Dijo con vocecita triste, bajando la mirada y el gélido aire que llenaba la estación la hizo temblar.-
¡Vení, vamos a lavarnos y a comer, después vemos!
Lucha se paró despacio y la mujer le tomó dulcemente de la mano.-
Por primera vez en su corta vida, la nena se sentaba en un bar.-
Sus verdes ojitos estallaban de asombro y comió, despacio pero con ganas, casi con vergüenza, tratando de ocultar los gritos de una panza solo llena de miedos.-
Con cuidado copió los movimientos de los adultos, sabía que estaba entrando en un mundo distinto al suyo y quiso aprender.-
¿Sabés? ¡Nosotros vivimos muy cerca de San Isidro, nos gustaría que vengas a casa así conocés a nuestras hijas, te curás y vemos si podemos encontrar a tu papá! Le dijo el hombre con total aprobación de la esposa.-
Lucha tuvo dudas en aceptar, pero era lo único que tenía y decidió arriesgarse.-
¡Bueno! Dijo mostrando por primera vez su bellísima sonrisa.-
Un auto y una casa que escapaba de cualquier sueño de la nena, terminaron de deslumbrarla.-
Dos criaturas, de seis y ocho años se convirtieron en su tesoro más preciado.-
¡Sus dos pequeñas muñecas!
Dos nenas a quien brindarles todo ese amor que ella nunca tuvo.-
Habitación propia, ropa nueva, comida rica, modales agradables y un profundo sentimiento de cariño, comenzó a cambiar las costumbres y la vida de Lucha.-
Un día de primavera, después de una tarde de juegos en el jardín de la casa, se sintió agotada y en una bocanada profunda, intentó aspirarse todo el aire de la tarde.-
¡Miocardiopatía congénita! Sentenció el médico y aunque no entendió nada, conoció por primera vez un sanatorio y sintió el primer pinchazo de su vida.-
Y dolió un poquito.-
Pero como había pasado por tantos dolores, se aguantó sin decir nada.-
Remedios todos los días y algún que otro pinchazo, fueron transcurriendo en un año sin novedades importantes.-
La vida de Lucha al fin estaba cambiando.-
La nena se había adaptado a la casa y ayudaba en lo que podía, su limitado vocabulario se enriquecía día tras día y sus modales comenzaron el largo proceso del cambio profundo.-
Ingresó a la nueva familia como si fuera una hija más, pero todavía tenía algo pendiente.-
¡Su papá!
Y la noticia llegó con sus trece años recién cumplidos.- Lucha florecía en su adolescencia y su belleza no conocía límites.-
¡Lo encontramos! Le dijeron en la cena.-
Sus ojitos enrojecieron, la congoja oprimió su corazón y el llanto se hizo necesario.-
Pasaron dos o tres días, o tal vez fueron mil.- La espera fue interminable, pero por fin, el auto avanzó por esas calles impecables, con casas salidas de cuentos de hadas que se habrían majestuosas a los sencillos ojitos de la nena.-
Y se detuvieron.-
La casa era enorme, tal como se la describiera la mamá.-
¿La aceptaría el papá?
¿Se enojaría?
Lucha sintió que le faltaba el aire y que su corazón saltaba en su pecho con una furia incomprensible.-
Se bajó del auto y se quedó quieta, parada, agarrándose de la puerta, tomando aire, tomando fuerzas.-
¿Te sentís bien?
¡Sí!
Pero no, no estaba bien, iba a conocer a su verdadero papá, ingresaba a una vida nueva, totalmente ajena a sus costumbres y su cuerpito se encargó de hacerle recordar las miserias de su pasado lleno de carencias.-
¿Y si no la quería por ser pobre?
¿Y si la rechazaba?
¿Y si no era él?
Los nervios secaron su boca.-
Caminó lentamente hacia la puerta de la casa y tocó timbre.-
Una silueta atlética, vestida de impecable blanco, se asomó y la miró detenidamente.-
El pequeño corazón de Lucha saltaba estrepitosamente.-
Era como si se estuviera mirando al espejo.- Rubio, ojos profundamente verdes, lindo, muy lindo, igual a ella.-
El matrimonio observaba la escena junto a sus dos pequeñas hijas a una distancia prudencial y se sonrieron con satisfacción.-
¡Era él, no había ninguna duda!
Temerosamente, sin decir nada y sin quitarle la vista de encima, metió su mano en el bolsillo de la camperita recién estrenada y sacó el único recuerdo que atesoraba en su mente.-
La antigua foto.-
¿Usted tuvo una relación amorosa con una chica morocha que limpiaba su casa hace algo más de trece años?
Preguntó tímidamente con voz temblorosa, mientras estiraba la manito con el trofeo más hermoso de su vida.-
El hombre tomó la foto, la miró y exclamó.-
¡No puede ser!
¡Yo soy su hija, solo quería conocerlo, pero si usted no me quiere, está bien, no vengo a reclamarle nada, me vuelvo a vivir con mi mamá y listo! Le dijo con los ojitos llenos de lágrimas y su corazón cabalgando descontroladamente.-
Las piernitas le temblaron y sin entender qué le pasaba, sintió como se le aflojaban.-
Cayó de rodillas al piso.-
El hombre saltó enseguida, la tomó entre sus brazos y la miró con ojos de ternura.-
¡Claro que te quiero, si sos mi hija....no sabía!
Fueron las palabras más hermosas que Lucha escuchó en su vida.-
Su felicidad se llenó de sonrisa y supo en un instante que eran realidad sus sueños, estaba rendida en los brazos de su príncipe azul, estaba por fin en los brazos llenos de amor de su papá.-
Y fueron las palabras justas.-
Esas palabras que necesitaba para endulzar sus sentimientos.-
Y cerró los ojitos.-
Y al fin se cubrió su tierna adolescencia con la serenidad de una paz merecida.-
Y fueron esas, las últimas palabras que escuchó.-
Su hermosa sonrisa se transformó en mil estrellas.-
Y brincó entre suaves nubes de algodón color cielo, rodeada de cientos de angelitos que le abrieron paso asombrados por su belleza.-
Y fue Lucha un angelito más.-
Un angelito que la pobreza del bolsillo y la miseria del espíritu depositan todos los días en las piadosas manos de Dios.-
Abajo, muy abajo, con un amor sin estrenar, a flor de piel, con el alma hecha jirones, un hombre joven, de cabellos rubios y profundos ojos verdes, gritaba con la desesperación hundida en la angustia, clamando por una ayuda que no tardaría ni un instante.-
Una vida plagada de injusticias, le puso una zancadilla al palpitar de un corazoncito rebosante de ternura aún sin entregar.-
En los brazos de un padre con amor lanzado al llanto, yacía inerte el bello cuerpo de una hija que nunca llegó a conocer.-
Debajo de sus pies, un pequeño sendero de lajas blancas, prolijamente acomodadas una al lado de la otra, se abría paso entre jardines de verdes acuarelas y una suave brisa de primavera, impregnó el aire con el delicado perfume de rosas y jazmines.-

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